¿Llamamiento o Llamo-y-miento?


Escuché un sermón, no hace mucho tiempo, en el que el predicador hablaba de que los que estábamos allí podríamos estar viviendo en pecado. Pensé: "Bien, es una buena exhortación para que nos examinemos" pero casi inmediatamente dijo algo que me desconcertó. Dijo algo como: "Yo no te voy a decir si eres pecador o si vives en pecado; eso lo decides tú" y procedió a hacer un llamamiento para que los asistentes al culto aceptaran a Jesús como salvador.

Es interesante como en ocasiones queremos ser muy "diplomáticos" para no "ofender" a las personas y para que no pierdan la "oportunidad" de aceptar a Jesús, por lo que hacemos todo lo posible por suavizar el tema del pecado y la condenación. No comprendemos que lo único que estamos haciendo es predicándoles un Evangelio trunco.

El enfermo sólo entiende su necesidad de medicina hasta que se entera de que está enfermo. De la misma forma, un pecador sólo comprende su necesidad de ser salvado hasta que entiende que está perdido. Jesús no vino a morir en la cruz del calvario para darte prosperidad económica o para que tus relaciones humanas fueran las óptimas o para que surgiera el "campeón" que llevas dentro. Si bien es cierto que por su misericordia puede darnos bendiciones como las que he mencionado, lo que nos debe quedar claro es que su muerte fue para "salvar lo que se había perdido" y junto con ello, para darnos "vida en abundancia" (Lucas 19:10, Juan 10:10). ¿Difícil de digerir? Tal vez, pero vayamos por partes y revisando las Escrituras.


Diplomacia Vs. Cortesía sincera


Según la Real Academia Española, Diplomacia es, en su acepción cuatro:


4. f. coloq. Habilidad, sagacidad y disimulo.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados


¿Es correcto disimular que la condición pecaminosa del hombre es algo de gravedad? ¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto?


Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (Romanos 3:10)

por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23)

Porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23a)


Imaginemos que alguien está caminando con los ojos vendados directamente hacia un precipicio. Nosotros lo vemos y sabemos que va directo a su muerte. Es más, está a tan solo diez pasos del borde. Entonces nos acercamos y le decimos: "¿Sabes? A veces la gente se dirige hacia lugares que no desearía ir. No que tu vayas en una dirección equivocada, no, pero quizás el camino que has escogido no es muy seguro. Realmente tú tienes que decidir eso. Bueno, eso es lo que te quería decir. Hasta luego". ¡Vaya que hemos sido útiles! ¿No lo crees?



Vuelve a imaginar la misma escena. Ahora nos acercamos y le decimos: "Oye amigo, estás caminando a ciegas porque llevas una venda en los ojos y además, vas en dirección a un precipicio ¡¡¡detente!!! Permíteme quitarte la venda de los ojos y mostrarte hacia donde te diriges. ¿Lo ves? Necesitas caminar sin vendas y en dirección opuesta. Eso salvará tu vida".


Claro, podría no escucharnos o enojarse o sentirse agredido porque le hemos dicho la verdad. Pero decir las cosas como son es importante. Los tres versículos que mencioné arriba son eso: decirle a la gente que va caminando con una venda y que se dirige a un precipicio. Y es que, tienen que saber lo que dice Apocalipsis 20:15:


Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.


Así que NO es su decisión ni nuestra si somos o no pecadores. SOMOS. Y vaya que lo somos pues lo dice Dios. Decirle a la gente cuál es su condición y su destino sin Cristo es una cortesía sincera y no un asunto de diplomacia política.


Creer y Orar Vs. Arrepentimiento, Fe y Confesión


Otro asunto es que hoy en día, muchos cristianos hablan de la salvación como un tema de creer; creer y hacer una oración. Si bien estos son dos ingredientes necesarios, decir que sólo se requiere creer y orar es, nuevamente, un Evangelio trunco.


Creer es necesario pero no lo es todo. ¿Recuerdas lo que dice Santiago 2:19?


Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.


¿Y el asunto de la oración para aceptar a Jesús? Bueno, aceptar a Jesús es totalmente necesario, sin embargo, es imposible aceptarle verdaderamente sin antes haber pasado por un proceso previo. No es sólo creer y aceptar. Fíjate que fue lo primero que Jesús comenzó a predicar.


Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 4:17)

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (Lucas 24:47)


Mateo registra que lo primero que Jesús comenzó a predicar fue el arrepentimiento y Lucas registra que una de las últimas cosas que Jesús ordenó, fue que se predicase el arrepentimiento. Y el arrepentirse, en este contexto, significa sentir pesar por desobedecer a Dios, por ser pecadores y cambiar de opinión y de rumbo. Es dirigirnos hacia Dios y darle la espalda al pecado. Luego, poner nuestra fe en Jesús es indispensable. Y esto es creer que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mismo hecho carne que vino a este mundo y vivió una vida perfecta sin pecado. Que murió en la cruz del calvario para justificarnos delante del Padre, pagando el precio que nuestros pecados merecían. Que resucitó al tercer día y ascendió al cielo en donde ahora se encuentra a la diestra del Padre. (Ver Mateo 28 y Marcos 16)


Pero es necesario un elemento más.


que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. (Romanos 10:9-13)


Ahora sí, es el momento de decirle a Dios que creemos con todo nuestro corazón que Jesús murió por nosotros y que resucitó al tercer día y que deseamos confesarlo abiertamente, que nos arrepentimos de nuestros pecados, que creemos en Jesús como el único que puede salvarnos y que le confesamos como nuestro Señor, como nuestro Salvador, único, suficiente y personal. Este es el momento de esa oración/confesión.




¿Y la evidencia?


Si todo lo anterior ha sido comprendido y ha sido creído y aceptado con sinceridad (lo cual ocurre como obra del Espíritu Santo en el corazón del pecador), es importante también saber que hay evidencias de esto. Es necesario caminar como hijos de Dios buscando agradarle, buscando relacionarnos día a día con Él y viviendo lejos del pecado. El mismo Jesús nos lo dijo:



14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

(Mateo 7: 14, 17-21)


Así que el llamamiento es al arrepentimiento. Pero no hay arrepentimiento sin la conciencia de que somos pecadores y que merecemos la muerte eterna, el infierno.


La próxima vez que sientas el impulso por "suavizar" tus palabras cuando estés hablándole a alguien del evangelio, sólo recuerda que Jesús comenzó predicando el arrepentimiento y sus discípulos eran directos en el tema del pecado y la condenación. Y es que como humanos, es imposible que comprendamos nuestra necesidad de ser salvados si no nos sabemos perdidos y condenados.
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