Hoy es 31 de octubre... pero podría ser cualquier otro día

Por David Franco

Hoy es 31 de octubre.

Pueden existir varias personas, eventos y asuntos para "festejar" o para conmemorar cualquier día del año: un cumpleaños, un aniversario, el aniversario de tu empresa, el agua, las personas sordas, la arquitectura, los animales, la revolución de algún país, una tradición popular y muchos más.

Hoy, específicamente, podrías —que no necesariamente significa que deberías— estar festejando "El Día Mundial del Ahorro", "El Día Mundial de las Ciudades", el aniversario 498 de la Reforma Protestante, Halloween o quizás tu cumpleaños, tu aniversario de bodas o algún otro asunto importante en tu vida.

Por otro lado, este día es como cualquier otro, cualquiera; y esto no significa que carezca de significado, valga la redundancia, sino todo lo contrario.

Cada día en que Dios te permite: respirar más de 21,000 veces, inspirando más de 7,000 litros de SU aire, que contiene SU oxígeno; hablar más de 20,000 palabras (bueno, si eres hombre, solo unas 7,000) con la boca que ÉL te regaló; caminar entre 5 y 15 mil pasos sobre SU planeta en el que te puso; parpadear más de 4,000 veces al estar observando todo lo que existe en SU mundo; que tu corazón lata una 100,000 veces por seguir activo por la vida que ÉL te regala; y en general, hacer todo lo que haces incluyendo dormir y pensar, es un día que le pertenece al Rey de reyes y Señor de señores. Nunca debemos perder de vista esto, porque todo lo que hacemos, comer o beber (actividades básicas para nuestro sustento) o cualquier otra cosa (todo lo demás que realizamos), tenemos que hacerlo, todo sin excepción, para la gloria de Dios (cf. 1 Co 10:31), y todo lo creado es de nuestro Señor:

"Porque en El [Cristo] fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El" (Col 1:16 LBLA; énfasis añadido).

Pero aquí se hace necesaria una advertencia: hay cosas que ofenden a Dios y que debemos evitar y alejarnos de ellas: el yugo desigual, la hechicería, los que se dicen cristianos y practican el pecado, la amistad con el mundo, todo lo que no proviene de fe, etc.; cada una requiere de una explicación más amplia, pero este espacio es breve. Baste decir que en Su Palabra encontramos lo que a Él no le agrada y lo que le complace, y entonces debe ser nuestro deseo constante entender Su voluntad y hacerla, hacer todo lo que a Él le complace y agrada.

¿Cómo agrado y complazco a Dios con lo que "celebro" y "festejo"? Tal vez no haya una respuesta simple y directa para responder de manera general, pero haríamos bien en plantearnos lo siguiente: si yo asisto a una fiesta de cumpleaños, estoy allí participando de la celebración de un año más de vida de alguien o si asisto a un aniversario de bodas, estoy participando de la celebración de un matrimonio llevado a cabo hace "x" número de años. No puedo decir que voy al festejo de cumpleaños o del aniversario de bodas y que estoy allí para celebrar el inicio de la primavera, por ejemplo; estoy allí para participar de lo que se festeja.

Si mi asistencia a un festejo significa que participo del motivo de la celebración, ¿qué con una boda entre personas del mismo sexo?, ¿y un aniversario de una pareja gay?, ¿y el festejo de un conocido por su ordenación al sacerdocio mormón?, ¿y una celebración del día de las brujas o Halloween?, ¿y qué de una fiesta familiar por motivo del día de los muertos, incluida la colocación del sincrético altar?, ¿y si alguien me invita a una fiesta para festejar su ascenso en el trabajo, y yo sé que lo ha logrado con triquiñuelas y engaños?

Para responder las preguntas anteriores —y muchas otras similares—, algunos usan como "ejemplo" el actuar de nuestro Señor Jesús, diciendo que él asistía a las fiestas en donde había vino y comida y que andaba de festejo en festejo junto con un montón de pecadores. El argumento —equivocado, claro está— de estas personas, me parece que tiene que ver más bien con una justificación para sus enseñanzas particulares y personales y sus estilos de vida, y no con una interpretación correcta de las Escrituras. Sí, Jesús participaba de las fiestas judías, pero no vemos que haya participado de alguna fiesta ofrecida a divinidades paganas; no, nunca lo hizo. Sí, Jesús asistía a las bodas —al menos a la de Caná—, pero eran festejos lícitos delante de Dios. Sí, Jesús comía con "publicanos y pecadores", pero en lo que narra la Escritura, la invitación del anfitrión (o su autoinvitación, como en la historia de Zaqueo) era para que Él fuera a hablarles de Sus enseñanzas, y estas "fiestas" y "comidas" tenían la finalidad de que se escuchara al Maestro; por eso iba Jesús, no iba a un festejo pagano y trivial, sino a una reunión "a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lc 19:10).

Así que si el motivo para convivir con tus vecinos en "festejos" y fechas especiales, es querer alcanzarlos para Cristo —por cierto, un motivo correcto—, tienes trecientos sesenta y cinco días (descontando aquellos en que haya fiestas y celebraciones en las que decidirás no participar para honrar a Dios) para hablar con ellos, invitarlos a tomar un café, al cumpleaños de tus hijos, al festejo de tu aniversario de bodas, a una parrillada, para caminar junto con ellos al mercado, a la tienda de la esquina, y tantas y tantas oportunidades, que no necesitarás vivir lo que yo llamo "la obediencia paradójica a Dios": desobedecer a Dios en una cosa para obedecerlo en otra, que significaría deshonrarlo al supuestamente querer honrarlo. Dios es congruente y nada de lo que nos manda se contrapone a sus demás mandamientos.

Finalmente, estando conscientes de que todo le pertenece a nuestro Señor, incluido nuestro amor, pensar, hablar y actuar, y de que hay cosas que lo ofenden a pesar de que pensemos que tenemos buenos motivos para hacerlas, pidamos sabiduría a Dios (cf. Stg 1:5) y con discernimiento, participemos solamente en aquello que le honra y da gloria a Él, el Dueño y Señor de nuestras vidas y de todo lo que existe.

"Si me amáis, guardad mis mandamientos" (nuestro Señor Jesús, como se lee en Juan 14:15).

"Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Co 10:31).

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